Publicado el 20 de September de 2020

Artículo en el El Confidencial: "Los errores que no habríamos cometido si escuchásemos a los sociólogos"

El pasado 4 de septiembre Hector G. Barnés publicó en El Confidencial un interesante artículo sobre el papel que los sociólogos podrían tener en la crisis sanitaria causada por la Covid19.



"Los errores que no habríamos cometido si escuchásemos a los sociólogos

Hay una máxima en ciencia política que afirma que la mera publicación de una ley no garantiza su cumplimiento. Por supuesto, el Estado dispone de herramientas para garantizar que así sea, desde la sanción económica al uso de la fuerza, pero son recursos extraordinarios para casos excepcionales. Una norma que no se va a cumplir de forma generalizada está llamada al fracaso. Trasladado al terreno de la pandemia con un ejemplo reciente, establecer restricciones por áreas sanitarias, cuando ni siquiera sus límites nos quedan claros, es el atajo más corto para el fracaso.

Un ejemplo más de uno de los agujeros negros de la así llamada nueva normalidad: la aplicación de medidas sanitarias en un vacío sociológico, sin detenerse a pensar en el impacto desigual que pueden tener en cada grupo social o sin pensar en mecanismos que faciliten la comprensión de las medidas y, por lo tanto, de su adopción. Una omisión de las ciencias del comportamiento del debate que puede explicar tanto parte de los contagios de la segunda ola, como la incomprensión de algunas medidas recientes.


Las personas que viven al día se aíslan menos: "Cualquier científico social se habría dado cuenta en menos de cinco minutos"


Una de las herramientas para el cumplimiento de normas a nivel individual son los 'nudges', pequeños acicates que pueden "ayudar a convertir las pequeñas recomendaciones en hábitos", como explica Marta Cerezo Prieto, investigadora de la Universidad de Salamanca especializada en el tema. "Parten de la premisa de que nuestra mente es imperfecta, no siempre tomamos las decisiones más convenientes para nosotros mismos ni para la sociedad en general", añade. "Todos tenemos una serie de sesgos cognitivos que nos limitan o desvían, en mayor o menor medida, en el momento de procesar información".


"No basta con los carteles con mensajes como 'ponte la mascarilla', es necesario promover un uso correcto de la misma", recuerda. Algunos ejemplos que propone son, por ejemplo, la facilidad de acceso, colocando dispensadores de gel en lugares visibles o llamativos, o señales visuales que permitan establecer la distancia de seguridad, pero también la claridad en los mensajes o la coherencia. Los 'nudges' deben ser libres (no pueden imponer una opción), no deben conllevar recompensas financieras y deben promover comportamientos buenos para el individuo y para la sociedad.

Pero no se trata únicamente de medidas a nivel individual, sino que también las decisiones políticas han sido víctimas de esos sesgos. Como siempre ha recordado el sociólogo del CSIC Luis Miller, mientras en otros países las ciencias del comportamiento forman parte de los procesos de toma de decisiones a través de los BIT (Behavorial Insight Teams), especialmente desde que Cass R. Sunstein pasase a formar parte del gabinete de asesores de la Casa Blanca, España ha centrado la mayoría de sus decisiones en un marco exclusivamente sanitario.

No todos pueden permitirse acatar las medidas

El pasado fin de semana, un 'preprint' sugería que en Reino Unido solo un 18% de personas se autoaíslan si tienen síntomas de covid. El porcentaje descendía entre las clases más bajas, si dependían de sus ingresos diarios para sobrevivir y si tenían hijos a su cargo. Como señalaba la experta en salud pública Clare Wenham, una conclusión de la que "cualquier científico social se habría dado cuenta en menos de cinco minutos".


"Los sociólogos vamos a ciegas en España, porque aún no tenemos las conclusiones del estudio de seroprevalencia y el CIS no pregunta por esto"

La mayor parte de diagnósticos y decisiones han obviado condicionantes como la movilidad, la densidad poblacional, el urbanismo, la ocupación laboral (quién puede teletrabajar, quién no) o la ausencia de estímulos para cumplir esas medidas. Como recuerda Miller, "no ha habido en ninguno de los comités ni sociólogos ni antropólogos ni expertos en geografía urbana ni humana. Solo se ha ido incorporando economistas y una psicóloga".

Algunas de las cuestiones que se han debatido durante las últimas semanas como el confinamiento por barrios o en qué debe consistir ese confinamiento tienen "todos los ingredientes de un problema sociológico, con diferencias de partida que influyen en la capacidad de las personas de cumplir o no cumplir". Factores que no han sido observados, por ejemplo, a la hora de acompañar restricciones con medidas complementarias para aliviar su impacto.

Una de las razones, lamenta Miller, es la falta de fuentes de información. Mientras que antes del verano ya se publicaron en Reino Unido estudios sobre las características particulares de los distritos, en España, las conclusiones del estudio de seroprevalencia tan solo han trascendido a entornos médicos. El CIS tampoco es de gran ayuda. "Aquí el CIS solo pregunta por las circunstancias personales (si has tenido que ir al médico por síntomas) desde mayo, pero no pregunta si cumples las medidas de aislamiento", añade. "Por lo que estamos totalmente a ciegas".

Los desconocidos son peligrosos, la familia no

El cierre de los parques y de otros lugares públicos, una de las primeras medidas que se ha tomado para atajar el virus en muchos municipios, es junto con la obligatoriedad del uso de la mascarilla en la calle el síntoma de que una percepción equivocada ha penetrado también en la mente política: que los desconocidos en lugares públicos son más contagiosos que los familiares en entornos privados. Dos esferas que en muchos casos se reflejan en entornos abiertos (menos peligrosos) y cerrados (más peligrosos).

"En mi familia somos responsables", "si total no tenemos síntomas"... El sesgo de autopercepción nos hace relajarnos en privado

"En este sentido, los sesgos de autopercepción optimista acechan: 'En mi familia somos muy responsables', 'casi no salimos de bares', 'ninguno de nosotros tiene síntomas'...", recuerda Cerezo. Sin embargo, en las reuniones familiares pueden llegar a producirse casi la mitad de los brotes. Es posible que uno de los factores que expliquen el aumento de contagios durante los meses de verano, en el que las familias se han reencontrado tras un confinamiento estricto, sea este. "No es un 'pilla a pilla' en el que en casa estemos a salvo".

(...)".

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